jueves, 8 de julio de 2010

LAS AMPOLLAS Y OTROS CONTRATIEMPOS ¿INEVITABLES?


Además de hablar de la etapa del día siguiente, las ampollas son la comidilla de los cafés de los peregrinos y mucho antes de que emprendamos el viaje ya sabemos todos los trucos para prevenirlas y tratarlas. Sin embargo, una cosa es cierta: por mucho que luchemos, es una batalla perdida. Las ampollas acaban acompañándonos durante la mayor parte del camino.

Son pequeños abultamientos en la piel generados por una quemadura, roce o presión. A nosotros sólo nos interesan los dos últimos casos, así que si no eres muy hábil en la cocina y sucede que “te decides” por las primeras, mejor ve a visitar al médico más cercano.



Suelen comenzar como una pequeña molestia, una rozadura; si no se trata convenientemente puede llegar a convertirse en una ampolla que en algunos casos duelen más y en otros ni tan siquiera notaréis que están ahí. Algunas, las pequeñas, las reabsorberá el cuerpo y no plantearán mayores problemas. Si la ampolla es grande, puede llegar a reventarse y generar una herida al quedar la carne sin el recubrimiento de la piel. Esto último es muy doloroso al rozamiento e incluso infectarse y liar una de “agarrate-y-no-te menees” obligándonos en algunos casos a tomar antibióticos y reposar varios días.

Existen gran cantidad de remedios para evitarlas: algunos utilizan polvos de talco para que el pie no sude en exceso, otros deciden ponerse algodones entre los dedos para evitar el roce o incluso se ha extendido entre los peregrinos un complejo sistema de doble calcetín y vaselina del que muy probablemente oigáis hablar en algún albergue. Existen caros ungüentos a base de hierbas, aceite de oliva, vaselina, aloe vera y quien sabe si ahora que está tan de moda, baba de caracol.

No soy un gran amante de complicados remedios, y aunque tengo que reconocer que los polvos de talco funcionan muy bien, prefiero simplemente aplicar vaselina (con moderación, tu pie no es una cucaña) para minimizar el rozamiento, escoger un buen calcetín y ajustar bien la bota. Carmén me recomendó Vicks Vaporub y ha resultado dar incluso mejor resultado que la vaselina: evita el rozamiento a la vez que refresca el pie.

Uno de los mayores errores que se cometen es el de estrenar calzado en el Camino. Es un consejo que se ha repetido millones de veces, y aún así, miles de peregrinos vuelven a dar de bruces con la misma “piedrecita” del tamaño de los Pirineos: no seas uno de ellos. Puede ser que tus pies reacciones bien al cierto calzado nuevo pero es mucho más probable el caso contrario. Las pequeñas molestias iniciales pueden convertirse en pies llenos de ampollas, pérdida de uñas después de un par de etapas o incluso alergia al propio calzado.

Evita cordones muy apretados. El tendón de Aquiles y los tendones del empeine suelen resentirse mucho si hay mucha presión, sobretodo si calzas botas. Ajústalos de forma firme y si aparecen molestias aflójalos, o incluso déjalos sueltos. Cuidado con las uñas. Cortadlas de forma recta. Si el calzado tiene el tamaño correcto, los dedos no deberían golpear la parte frontal en las bajadas, de lo contrario es posible que se creen lesiones en las uñas y lleguen a caer (el dedo meñique es especialmente propenso a sufrir este problema). Las sandalias son imprescindibles. Utilízalas no sólo para evitar enfermedades contagiosas en los baños comunes sino para airear el pie nada más llegar al albergue. Un baño de agua con sal, un poco de crema refrescante y un masaje, hará que vuestro pie se recupere mucho antes.

Puede parecer que evitar las ampollas no sea un tema sencillo, de hecho, la lista de consejos podría prolongarse hasta casi el infinito y podríamos pasar el día dándoles mimos, pero recordad que son los pies los que os van a llevar a Santiago. Dadle el cuidado que se merecen; pocas veces se las habrán visto delante de una empresa de semejante magnitud. Escuchadlos a ellos más que a nadie y llegaréis a Santiago sin problemas, si hacéis oídos sordos… he visto a mucha gente hacer la maleta y no poder acabar el Camino por ponerse metas imposibles. Vosotros escogéis.

En la siguiente entrada, veremos como tratar las ampollas una vez han aparecido y como sufrirlas de la mejor manera posible.

(foto: un peregrino muestra un apósito de silicona cubriendo una ampolla)

No hay comentarios:

Publicar un comentario