miércoles, 7 de julio de 2010

YA TENGO LA MOCHILA, Y AHORA… ¿CON QUÉ LA LLENO?


Abres el armario y un sudor frío recorre tu cabeza mientras escuchas la cancioncilla del Tetris, aquel juego que revolucionó el mundo del videojuegos donde uno tenía que ir encajando piezas de distintos colores que iban cayendo por la pantalla. Mentalmente intentas embutir todos los bártulos en la mochila pero es imposible, sabes que vas a tener que dejar cosas. Muchas, muchas cosas.


Lo primero que hay que hacer a la hora de “plantear” el equipaje es una lista con las necesidades del recorrido. Digo necesidades porque tienen que ser tratadas como tales. Me explico: “la chaqueta negra que me regaló mi hermana para Navidad” no es una necesidad. Es una solución a una necesidad, primero debemos generalizar y después concretar en cosas tangibles. Chaqueta impermeable puede ser un buen sustituto al caso mencionado antes; prenda de abrigo, iluminación, algo para cortar etc. Son otros ejemplos.


Una vez desarrollada la lista, sólo tendremos que buscar en nuestro armario correspondencias con estas necesidades. Es probable que algunas ítemes cubran más de una (navaja multiusos puede ser un cuchillo, pinzas y tenedor). Hacerlo de esta forma, evitará acarrear con objetos duplicados y llevaremos sólo lo justo; a mi, me ha funcionado siempre a las mil maravillas. Con el tiempo uno aprenderá a hacer la mochila casi con los ojos cerrados, pero tanto si vas al Camino de Santiago como si emprendes un viaje que conlleve un largo periodo de tiempo, una breve planificación inicial es de mucha ayuda.


A continuación detallo una lista con las cosas que considero “indispensables” para el Camino. Como siempre, no os la toméis al pie de la letra, sólo como mera orientación, cada persona debería elaborar su propia lista de acuerdo a sus “necesidades” y evidentemente, a la época del año. Ropa: 2 camisetas, 2 pantalones (que uno fuese desmontable no vendría nada mal), 3 pares de buenos calcetines, 3 piezas de ropa interior, chubasquero, pantalón impermeable, prenda de abrigo incluso en verano (y es que ya lo dice el dicho: en Burgos hay dos estaciones, invierno y la del tren), toalla y sandalias. Para dormir: saco de dormir, tapones (muy importantes si no soportas los ronquidos). Como ya mencioné en la entrada del saco de dormir, podéis traer la esterilla por si las moscas si sois de aquellos que soléis llegar tarde a los albergues o hacéis el último tramo a Santiago. Tengo que decir no obstante, que yo no la he echado de menos ni un día Aseo: esto lo dejo a gusto de cada uno por resultar de lo más personal.



Primero auxilios: no soy médico ni pretendo serlo. No entraré pues a mencionar éste o éste otro medicamento. Diré no obstante, que los dolores musculares son comunes; las picaduras de insectos o plantas y reacciones alérgicas a exposiciones prolongadas al Sol aparecen en algunos peregrinos; es normal encontrarse también con caminantes con síntomas de deshidratación, tendinitis y ampollas (muy frecuentes), insolaciones o heridas en general. Traed lo básico con vosotros, el restos siempre podréis conseguirlo en una farmacia o en los botiquines de los albergues.Ocio: nunca viene mal llevar una baraja de cartas, unos dados, un libro o algo de música para las tardes en las que a uno le apetece desconectar o disfrutar de un rato divertido entre amigos.


Miscelánea: cantimplora, una navaja (si incluye tenedor y cuchara, mejor que mejor), linterna (muchas veces tendrás que entrar en la habitación y rebuscar en la mochila a oscuras), un trapo, crema solar, gafas de sol (que probablemente acabarás perdiendo), hilo y aguja (para hacer algún remiendo o curar ampollas), detergente en polvo o una pastilla de jabón lagarto para lavar la ropa, un puñado de pinzas, unas cuentas bolsas de plástico, libro del Camino de Santiago, bastones para andar (1 ó 2). Un par de mosquetones pueden resultar útiles. Yo siempre los llevo y el algún momento los acabo utilizando.


Otros: si os traéis una cámara de fotos no olvidéis un pen-drive para ir volcando todas vuestras fotos, más de uno en el camino se ha quedado sin fotos por no hacer una copia de seguridad. También recomiendo traer algún recuerdo personal que sirva de vínculo a vuestro hogar o a vuestra gente: puede ser desde una foto de la familia, hasta un colgante que os regaló vuestra pareja o ese peluche que tanto significa para vosotros.


Hobbies: si tenéis un hobby, no os lo dejéis en casa. Con esto no quiero decir que si es la vela, os traigáis el barco a cuestas. Bromas a parte, si os gusta hacer pulseras, cocinar, la caligrafía japonesa o la música, guardad un espacio en la mochila para hilos, especias, pinceles o la flauta; no sólo por ser una buena forma de pasar las tardes, sino que además puede ser un muy buen regalo entre peregrinos que recordarán el gesto, por simple que sea, durante mucho tiempo.


Bueno, ya lo tenemos todo sobre la cama perfectamente ordenado, pero hay tantas cosas que no sabemos por donde empezar. Empaquetar la mochila es una cuestión de gustos y las combinaciones son tantas según el tipo y forma de la mochila que empezar a enumerarlas sería una tarea peregrina. Yo suelo enrollar las prendas para aprovechar mejor el espacio de la mochila; dejar el compartimento mayor sólo para ropa; si hay compartimento para saco de dormir, reservarlo para bolsa de aseo, comida u otras misceláneas, y el saco de dormir sujetarlo por fuera a la mochila con una goma elástica.


Organiza la mochila a tu gusto. En las próximas semanas va a ser tu armario, escritorio, botiquín, despensa… llevarás literalmente la casa a cuestas. Sé pulcro y ordenado e invierte ese tiempo extra para que la mochila no sea un desastre el segundo día. Recuerda además que en esta vida siempre hay que viajar ligero. Así que ¿por qué no aplicar esto al Camino de Santiago? Piénsalo dos veces antes de meter algo en la mochila y deja los “por-si-acasos” en casa, una vez te pongas en marcha, será demasiado tarde: GAME OVER.


(foto: después de tres días en Burgos, todavía no se como fui capaz de volver a hacer la mochila)

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