domingo, 27 de junio de 2010

ETAPA 17. DE CARRIÓN DE LOS CONDES A LÉDIGOS


[…] Joan ha llegado algo más temprano de lo que había esperado, y antes de las 9 ya me estaba sonando el teléfono. Cinco minutos más tarde me encontraba con él en la plaza de Santa María, junto al albergue. Después de la charla de rigor sobre el viaje, el clima y el Camino, nos hemos puesto en marcha. Desgraciadamente, lo que iba a ser mi primer día como hospitalero, se ha quedado en un par de horas en las que no he podido más que asistir como oyente a los Salmos de Laudes y adecentar la cocina para los nuevos peregrinos, mi training tendrá que esperar algo más.

En la puerta me esperan las hermanas María Isabel y Amaya. Marlene, que está arriba limpiando los dormitorios, baja como un rayo cuando Amaya le informa de nuestra marcha. “Vamos Marlene, que se van los chicos”, anuncia mientras la otra hermana baja a toda prisa con el séquito de hospitaleras. La despedida ha sido muy emotiva aunque confusa por desconocer el protocolo para despedirse de una monja; para no variar he dado un fuerte abrazo (nunca falla), algo que después haría que mi abuela se echase las manos a la cabeza al contárselo por teléfono: a una monja se le besa la mano. “Ven a visitarnos al convento alguna vez, siempre serás bienvenido”, me dice María Isabel ya en la puerta. “Además, el nombramiento de Marlene es en agosto y nos encantaría que estuvieses”. A la salida hemos pasado por la panadería de la plaza y nos hemos aprovisionado con unos amarguillos, dulce típico de la zona a base de almendras poniendo acto seguido rumbo a Lédigos, a unos 23 Km […]

[…] Caminando por el pueblo (Lédigos), hemos llegado a un corral de ganado donde un grupo de unas 20 vacas esperan para ser ordeñadas. Una de ellas, marcada con el número 7777, a la que Juan, el propietario, llama cariñosamente “mi amiga” se acerca a nosotros hasta detenerse junto a la valla. “No les pongo nombres, las nombro por sus números. Todo está en las fichas del veterinario, aunque tengo que reconocer que a ésta le tengo cariño”. Juan lleva dedicándose al negocio de las vacas durante toda su vida a pesar de lo duro que resulta. “Cuando tienes vacas, no puedes tomarte días de vacaciones. No puedes decirles: hoy no produzcáis leche que quiero pasar unos días fuera. Hay que ordeñarlas un par de veces al día, por la mañana y al caer la tarde y además es recomendable hacerlo siempre a la misma hora”.


Mientras va hablando, hace pasar a la primera tanda de vacas a la zona de ordeñado, donde una a una conecta las bombas de succión a las ubres después de haberlas desinfectado con un líquido amarillento. “Hace tiempo que el método tradicional pasó a mejor vida. Con las bombas, no sólo podemos obtener la leche más rápido y en más cantidad (entre 40 y 50 litros por vaca y día) sino de forma mucho más limpia”. La leche pasa de las bombas por unos tubos de plástico hasta un filtro y después a una sala contigua donde la leche se mantiene a temperatura constante en un contenedor metálico.


Asun, la mujer de Juan, llega a ayudar a ordeñar la segunda tanda. Es una mujer bajita y con cara risueña a la que parece que no le ha sorprendido que estemos allí. “Vienen peregrinos constantemente. Si cobrásemos la entrada seríamos millonarios”, bromea. Sin embargo, cuando le preguntamos acerca del negocio, se pone algo más seria: “hace tiempo que eso de criar vacas no resulta rentable. Los precios de la carne y la leche cada vez se pagan peor y los que se llevan la tajada son los intermediarios. Es ridículo que se venda una leche de una calidad tan mala a los precios a los que se está vendiendo”, a lo que Juan añade: “Son las grandes empresas las que se llenan los bolsillos mientras que nosotros apenas llegamos a final de mes”.

Cuando finalmente hemos decidido marcharnos, Juan ha insistido en darnos una botella de leche para que probemos “la auténtica leche de vaca y no esas porquerías adulteradas de los supermercados”.


[…] De vuelta al albergue, cenamos con Daniela, la noche ha acabado de comenzar y el vino nos acompañará durante la mayor parte de ella.

(foto 1: la entrada a Lédigos nos da una de las mejores instantaneas de la etapa con la iglesia de fondo)
(foto 2: Juan le explica a Joan el proceso de extracción de la leche)
(foto 3: Al final de la noche, tomamos vino con Daniela hasta que nos echan del bar)

ETAPA 16. DE FRÓMISTA A CARRIÓN DE LOS CONDES


Podríamos decir que Carrión de Los Condes es, comparado con la mayoría de los pueblos que uno cruza en el Camino, una ciudad en toda regla. Tiene todo el encanto de las pequeñas aldeas pero no le falta de nada: supermercados, peluquerías, biblioteca, bares, muchos bares e incluso una pequeña plaza de toros. El río Carrión lo delimita al oeste donde atraviesa un bosquecito de álamos junto al Monasterio de San Zoilo. El peregrino puede acercarse hasta allí y visitar su bonito claustro, la capilla o el museo sobre el Camino de Santiago.


[…] He llegado completamente empapado al albergue parroquial de Santa María. La hermana María Isabel me ofrece una infusión de hierbas con miel mientras me sella la credencial, me explica las normas del albergue e indica donde está cada cosa. Algo más tarde llegan Brian, Justin, Barbara y Rosa, con quienes he andado gran parte del trayecto. La cara de Brian es un poema: el poncho que había conseguido por un par de euros ha resultado ser poco más que una bolsa de basura con agujeros para los brazos y a cabeza. Al cruzar las miradas no podemos evitar echarnos a reír ante la atónita mirada del resto […]

[…] La cocina del albergue es de las mejores que he visto desde que empecé y recuerda mucho a la de una casa ordinaria; hace que me sienta con ganas de cocinar. Así que he cogido la mochila y me he pasado por el supermercado y la carnicería a ver que podía encontrar. He comprado un conejo que pienso hacer con tomate y lo necesario para hacer unas cuantas tortillas de patatas. Lo que ha empezado siendo una comida para cuatro personas, se ha convertido en comida para medio albergue y desde entonces he sido nombrado chef del Camino. Tengo que reconocer que el conejo con tomate ha quedado a la altura del de mi abuela y las tortillas, teniendo en cuenta las cutre-sartenes que he utilizado para cocinarlas, de sobresaliente […]


[…] He pasado el resto de la tarde hablando con las hermanas, sobre sus vidas, la vida en el albergue y en el convento, cantando, conversando con otros peregrinos y haciendo mis pinitos como traductor. Les he comentado que Joan, un gran amigo de la infancia llega al día siguiente para andar conmigo el Camino durante una semana. Tiene previsto llegar sobre las 14, así que me han ofrecido quedarme esa mañana como hospitalero ayudándoles a arreglar el albergue. Mi respuesta ha sido tan rotunda y contundente que creo que han llegado hasta a dudar, no sea que le coja el gustillo y decida quedarme una larga temporada.

(foto 1: claustro de San Zoilo)
(foto 2: preparando la cena)

viernes, 25 de junio de 2010

SANTIAGO EL MAYOR


De pequeño no quise estudiar religión. Existía la opción de estudiar aquella asignatura llamada ética. Nunca supe de que iba eso, sólo el nombre ya me ponía los pelos de punta. Es posible que sea por eso por lo que desconocía el porqué del nombre de la ruta Jacobea.

Jacob, Jacobo, Sant-Yago, Diego, Jaime en España, Saint-Jacques en Francia, James o Jake en Inglaterra son sólo algunas de las formas que puede tomar el nombre de Santiago. Algunos derivados del hebreo Yaakov, otros debido a transformaciones léxicas como el de Diego. Fue hijo de Zabedeo, un pescador del mar de Galilea y Salomé y predicó en España durante toda su vida apostólica, convirtiendo a menos fieles de los que le hubiese gustado: en Zaragoza, donde gozó de más éxito, sólo ocho.

Cuentan los relatos, que cuando la Virgen María vió que su muerte se acercaba pidió a Jesucristo morir rodeada de todos los apóstoles. Dado que éstos se encontraban repartidos por el mundo predicando, Jesucristo hizo que fuese la misma Virgen la que se presentase en forma milagrosa ante todos para que iniciasen su retorno a Jerusalén.


Que la Virgen le pidiese a los apóstoles volver a Tierra Santa en aquel entonces, fue sentenciarlos a muerte. Aún así, accedieron. Santiago no tardó en ser apresado y decapitado en el Monte Calvario hacia el año 44 d.C. Se dice que sus discípulos habrían llevado su cuerpo en barco desde Judea nuevamente hasta tierras gallegas donde fue enterrado. Después de esto la tumba del Apóstol quedó en el olvido durante siglos.

No se sabe a con certeza cuando fueron descubiertos los restos del apóstol, pero existe referencia a ella por primera vez en el documento de La Concordia de Antealtares firmado en 1077, un documento que relata los rifirrafes de un abad y un obispo. Fue un anacoreta llamado Pelayo, quien creyendo ver en el fuego fatuo cientos de diminutas luces hayó el cuerpo del santo (que después darían nombre a la ciudad: campus stellae o campo de estrellas). Otros dicen que las estrellas de la Vía Láctea le marcaron el camino. Allí se erigió la catedral en honor al Santo, que no es poco, convirtiéndose en uno de los puntos más importantes de peregrinaje de la cristiandad.

(foto: imagen de Santiago peregrino)

ETAPA 14. DE BURGOS A CONVENTO DE SAN ANTÓN

[…] Después de haber dejado a Lucía en Hontanas, un pueblo a unos 30 kilómetros de Burgos, he decidido continuar solo mi camino y el grupo con el que he estado andando durante casi una semana, ha quedado disuelto por completo. Me encuentro con ganas de seguir andando; mis rodillas están mejor después de haberse quejado durante el cruce de Los Montes de Oca y un par de rozaduras que tenía en el arco del pie han desaparecido como por arte de magia, ni una ampolla por el momento. […]


[…] Por primera vez en mucho tiempo, ando con el Sol de cara. La tarde va cayendo y atravieso una vez más interminables campos de trigo salpicados de rojas amapolas: andar por la tarde es una experiencia extraña después de llevar andando a primera hora del día durante casi tres semanas. Es raro cruzarse con algún peregrino e incluso al cruzarse con algún aldeano. Ha pasado más de una hora hasta que he visto un coche a lo lejos; he caminado solo y me he sentido como tal, pero podría haber andado con cien personas más y me hubiese sentido igual. No ha sido algo fortuito, sencillamente lo he escogido así.

A unos 6 kilómetros de Castrojeriz el camino se hace uno con la carretera y se anda a la sombra de dos largas hileras de álamos. Ensimismado por la música de mi reproductor y sin apenas prestarle la más mínima atención al trazado, he acabado bajo las ruinas del Convento de San Antón, del que apenas quedan las paredes principales, su elaborada portada con innumerables arquivoltas y dos arcos ojivales que se apoyan a ambos lados de la carretera.


Hubiesen sido sólo unas ruinas más del camino, si no fuera porque en ellas se encuentra uno de los albergues con más encanto del Camino. Después de dar una vuelta por el interior y tirar un par de fotos al curioso edificio, he continuado andando, hoy me he propuesto poner a prueba mis piernas. Sin embargo, cuando llevo algo más de 200 metros "algo" me ha dicho que vuelva y pase la noche allí. Después de dudar un momento he dado media vuelta y he marchado con paso firme hasta el monasterio. Todavía no lo sabía, pero aquella noche sería un hito en el Camino y haría que lo viese de una forma completamente diferente [...]

[…] Durante algo más de una hora, he estado hablando con Jose Manuel, el actual hospitalero del lugar. “Llevo mucho tiempo dedicado a esto. La llama del Camino ya no brilla en mi como lo hacía hace años pero sé que el Camino es mi lugar en la vida”. Jose Manuel es un hombre de mediana edad que lleva de en el Camino hasta casi que le alcanza su memoria que como muchos, quedó enamorado por su magia cuando lo anduvo por primera vez. “Ya hace mucho tiempo de eso”, continua. “Siempre quise saber como era el otro lado del Camino y así empezó todo”, se detiene un momento y después de sonreírme, prosigue: “no tienes mal inglés, eso ayuda mucho, deberías probarlo tú también”.

La conversación prosigue y los temas van surgiendo uno detrás de otro, siempre con el telón del Camino de Santiago de fondo. “Hoy es mi último día en este albergue, me voy a pasar una temporada al de Burgos y volveré para Septiembre. Hace mucho frío aquí y me gustaría pasar algún tiempo en la capital”. En ese mismo momento, llega Marcel, el nuevo hospitalero con una bandeja llena de comida para la cena que ha traído de Castrojeriz. [...]


[…] La cena ha sido memorable, Marcel nos ha deleitado con una sabrosísima pasta de macarrones con salchichas Frankfurt. Rosa junto al equipo coreano se han encargado de la ensalada mientras el resto fregaba los platos, ponía la mesa o simplemente hacía hambre mientras fumaba un cigarro sentados afuera. Yo por mi parte, famoso por mi habilidad con el abrelatas, he preparado una ensalada de frutas en almíbar para chuparse los dedos. […]

[…] Hemos estado hasta bien entrada la noche disfrutando de la guitarra con Jose Manuel y Rosa, una peregrina holandesa que canta como los ángeles; hemos hablado de todo un poco, hemos reído como hacía tiempo que no reía hemos creado una conexión a un nivel que no tengo palabras para explicar. Ha sido uno de esos momentos en los que simplemente estás bien contigo mismo, con los demás y con el mundo con el que te rodea: en armonía (esto me haría pensar mucho esa noche). Para acabar, Marcel ha tocado algunas canciones de Maldonado del Camino de Santiago, no puedo imaginar una mejor forma de irme a dormir que escuchando “Sé lo que busco yo”. […]

[…] Me he levantado a las 3 de la mañana después de que las mantas se me cayesen al suelo; hace un frío que nadie diría que estamos en Junio. He asomado tímidamente la cabeza fuera de la habitación y el cielo me ha regalado el momentos más bonito en mucho tiempo. He tenido que volver dentro para coger las gafas y poder contemplar esa nube de color azul que cubría el cielo. No cabía duda: la Vía Láctea cubría la mitad de la bóveda celeste entre millones de estrellas que brillaban como pequeñas luciérnagas.

(foto 1: campos de dorado trigo me acompañan durante gran parte del camino)
(foto 2: restos del antiguo Convento de San Antón)
(foto 3: preparando la cena al son de la guitarra)

¿QUÉ ES UN AÑO SANTO?


Esta entrada me trae a la mente una reciente comida familiar de Semana Santa en Motril, un pueblo costero de la provincia de Granada. Este tipo de comidas no son muy frecuentes y normalmente hay mucho que contar. Pero hay una cosa que durante años no cambió en absoluto, una pregunta que años tras año volvía a plantearse en la cena del Viernes Santo. ¿Cúando “cae” la Semana Santa? Al final la cosa siempre quedaba en el aire, se olvidaba, pero este año Internet nos dio la respuesta, nada sencilla, por cierto.


Averiguar si un año es Santo o no, es tan fácil como saber si el 25 de Julio (San Santiago el Apóstol) cae en domingo. Fue el Papa Calixto II (sí, el mismo que encargó el Códex Calixtinux) el que en 1126 estableció el primero y a partir de aquel momento los Años Jubilares se fueron celebrando con una cadencia de 6-5-6-11 años. Esta serie tiene su explicación en nuestro “casi preciso” calendario y en los años bisiestos que se crearon para corregirlo. No es difícil calcular entonces que en un siglo se celebran 14 Años Santos siendo 2010 el último de la cadencia (intervalo de 11 años) y por tanto 2021 el siguiente.

Como no podía ser de otra manera, los Años Santos tienen una serie de implicaciones importantes a nivel religioso. Es un año en el que la Iglesia concede especiales gracias a los fieles y la indulgencia plenaria a aquellos que peregrinan a Santiago. Si somos ateos o poco practicantes y no hacemos el Camino de Santiago por motivos religiosos, pocas diferencias vamos a encontrar con respecto a un año cualquiera exceptuando un abarrotamiento inusual en el recorrido, albergues ligeramente más caros y algún que otro problema a la hora de encontrar alojamiento.

La Pascua de Resurrección es el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio de primavera, y se debe calcular empleando la Luna llena eclesiástica; sin embargo, ésta casi siempre coincide con la Luna llena astronómica […] (wikipedia)

(foto: para Felipe y José Luis, un Año Santo es aquel en el que te toca la primitiva, bromeamos)

ETAPA 13. DE SAN JUAN DE ORTEGA A BURGOS


La lluvia, de nuevo, nos ha acompañado durante gran parte de la mañana, por lo que muchos peregrinos han decidido coger un autobús hasta Burgos; no se han arriesgado después de la que cayó el día anterior, algunos todavía con la ropa y las botas mojadas. Felipe camina hoy con nosotros después de haber llegado en transporte público al pueblo: una rodilla y un tobillo tan hinchado que parece que vaya a explotar tienen la culpa […]

[…] En Agés, a unos cuatro kilómetros del inicio, hemos parado a tomar un café, donde el responsable del albergue municipal, un gaditano algo seco de palabra nos aclara la situación que se vive en San Juan de Ortega. “Mucha gente pasa por el albergue de San Juan de Ortega y culpa a los hospitaleros del estado del mismo y de las condiciones en las que se encuentra”. Para un segundo para poner dos tostadas más y servir los cafés que habíamos pedido. “Que el bar y el hostal del pueblo sean del alcalde no ayuda nada y en los últimos años se ha cuidado bastante poco el albergue”.



Algo más tarde, nos cuenta que el albergue municipal va a cambiar de manos en cuestión de un par de semanas. “Dicen que no cuidamos bien de los peregrinos y quieren renovar al personal, no entiendo el porqué”, lo dice con un tono firme y seguro: no lo dudo, pero tengo que reconocer que tiene un humor un tanto peculiar y un cierto no-se-por-donde-cogerte que nos ha dejado en varias ocasiones fuera de juego.

[…] La entrada a Burgos por Villafría es un punto que muchos prefieren evitar cogiendo el transporte urbano hasta el centro. Tras pasar el aeropuerto por la izquierda, uno se adentra en un interminable polígono industrial donde durante más de cuatro kilómetros no hay absolutamente nada. Ni que decir tiene que lo pintoresco del paisaje es completamente nulo […]


[…] Después de dejar las cosas en el albergue, hemos salido a dar una vuelta por la capital burgalesa y hemos acabado tomando unas cervezas en los alrededores de la catedral. Esa noche disfrutamos hasta el último minuto echándonos unas risas con las batallitas vividas en los últimos días, es la última noche de Amparo, José Luis y Carmen; el Camino no será lo mismo sin ellos.


Finalmente, Felipe también ha decidido marchar, y me he quedado solo con Lucía y la hospitalera ha accedido a dejar que nos quedemos allí dos días más (por lo general, no es posible pernoctar más de una noche a menos que sea por motivos médicos). Uno puede ver y hacer multitud de cosas en Burgos pero si os tengo que ser sincero, en los días que siguen me he dedicado a descansar más que a cualquier otra cosa: desayunar y leer el periódico en el Espolón, visitar la catedral, cocinar, ir a la biblioteca… a hacer una vida más cercana a lo que uno haría en su ciudad que a la vida de peregrino: los pies merecen un descanso.

(foto 1: a mitad de la etapa, se cruza por Atapuerca, famosa por sus pinturas rupestres)
(foto 2: de derecha a iquierda: Lucía, Amparo, Carmen, Felipe y yo posando junto a la escultura de los Gigantillos en Burgos)
(foto 3: vista trasera de la catedral de Burgos)

viernes, 18 de junio de 2010

DISCULPE ¿LA LAVANDERÍA DEL PUEBLO?


No busquéis porque no la vais a encontrar. Es uno de los grandes interrogantes del Camino, ¿qué hacer con la ropa sucia? La solución no pasa por meter prendas para cada etapa como os habréis podido imaginar, ni tan siquiera aunque vayáis a hacer un tramo corto. Tampoco busquéis la lavandería de pueblo y aunque cada vez más albergues dispongan este servicio y de secadora, no es la práctica más habitual.

Por lo general, los hospedajes disponen de lugares donde poder hacer la colada "a mano" y es una práctica bastante común, mientras uno se da una ducha y se asea un poco, dejar la ropa a remojo. No hace falta que la tengáis mucho tiempo en detergente, ya que no estará muy sucia, sólo sudada. Con 15-20 minutos será suficiente. Recomiendo meter la ropa en la lavadora una vez a la semana si es posible o dar un lavado más a fondo. Si queréis limpiar las botas, preguntad donde podéis hacerlo: algunos albergues son estrictos con esto.



No necesitaréis tendederos improvisados (aunque yo llevo una cuerda elástica por si las moscas) ya que los albergues también disponen de tendederos o cuerdas en sus versiones más rudimentarias. Si hace buen día y uno llega temprano hay tiempo más que suficiente para que la ropa básica (calcetines, camiseta y calzoncillos) se seque. Los días de lluvia o frío pueden hacer que secar la ropa no sea tan sencillo, tenedlo presente.

No olvidéis meter detergente en la mochila, preferiblemente en polvo o una pastilla de jabón lagarto. No es fácil encontrar bolsitas pequeñas durante el camino, aunque algunos albergues las venden. Cuatro o cinco pinzas serían bastante útiles, ya que si no ha dado tiempo durante la noche a que se seque la ropa, deberéis colgarla de la mochila para que se seque en ruta: es infalible.

(foto: Me pregunto que tipo de peligro puede entrañar una lavadora rota)

ETAPA 12. DE BELORADO A SAN JUAN DE ORTEGA


“Y pensar que esto lo hacemos por gusto”. Lucia


[…] La subida a los Montes de Oca ha sido uno de los días más duros, físicamente hablando, que recuerdo. El tiempo prometía lluvia, viento y una bajada de las temperaturas entre 5 y 10 grados y lo ha cumplido con creces. Después de un comienzo fresco pasado por agua, el cielo nos ha dado un respiro a la altura de Villafranca donde hemos hecho un alto para tomar algo caliente. Lo que no sabíamos es que la lluvia matutina tan sólo era un anticipo de lo que se nos echaba encima.




Nada más salir el viento ya soplaba con una fuerza atronadora y el agua parecía caer a cubos. La pista forestal y la cañada que cruzaba los montes se han convertido en una auténtico barrizal en el que cada paso era una epopeya y donde el barro llegaba casi hasta el tobillo.


Algunos peregrinos han llegado a San Juan de Ortega con síntomas de hipotermia y han sido pocos los que se han atrevido a continuar al siguiente pueblo. Una sopa de ajo ha repuesto parte de las energías, pero el silencio reina en el comedor: muchos piden por que amaine un temporal que puede durar una semana.


(foto: Montes de Oca, donde el agua ha inundado por completo la cañada que lleva a San Juan de Ortega)

domingo, 13 de junio de 2010

UNA DE VIEIRAS, POR FAVOR


No, no estamos en un restaurante gallego en las escarpadas costas de Fisterra y ningún camarero va a aparecer de la nada con un plato de este suculento manjar. Seguramente todavía estemos a cientos de kilómetros de Santiago de Compostela deseosos de empezar nuestra primera etapa, ¿desalentador? Ni mucho menos. Mi padre siempre me dijo que al hacer un esfuerzo mirase hacia atrás, siempre viendo lo que había conseguido. ¿O era al revés? Ni una cosa ni otra ayuda en este caso, pero eso ahora, no viene a cuento, prosigamos.


En una época en la que el bordón está siendo substituido por modernos bastones plegables de titanio, las sandalias por sofisticadas zapatillas senderismo y la austera indumentaria de peregrino por modernos atuendos de tejidos ultraligeros, parece ser que la vieira es el único icono Jacobeo que está resistiendo el paso de los años.


Durante mucho siglos se creyó que los peregrinos, de vuelta a su tierra de origen, traían la simbólica concha como muestra de haber llegado a las costas gallegas, donde desde tiempos ancestrales se pesca el molusco. Hoy sabemos que no es así y que la iglesia, que quería tener control sobre la venta y ya de paso recibir un jugoso porcentaje, prohibió su distribución fuera de la ciudad de Santiago bajo excomunión. El retiro del veto comercial, tiempo después, hizo que su comercialización se extendiera por todos los caminos jacobeos, convirtiéndose en un símbolo no sólo para aquellos que volvían de Santiago sino para aquellos otros que empezaban su peregrinación.

En la actualidad es posible encontrarla en muchos de los pueblos que marcan los Caminos de la Ruta Jacobea y se ha convertido junto con la compostelana y la credencial en uno de los recuerdos favoritos; eso sí, sin riesgo de excomunión.

(foto: vieira clavada en un bordón)

ETAPA 10. DE NÁJERA A SANTO DOMINGO DE LA CALZADA


La etapa de Nájera a Santo Domingo de la Calzada, se desarrolla entre viñedos y llanuras sembradas de trigo y cebada. Largas franjas de amapolas crecen aquí y allá y dan un toque de color a las vastas extensiones verdes de la ancha Castilla. Felipe no podría estar más contento y dispara a diestro y siniestro con su cámara réflex: “mira esta, José; y mira esta otra. Que color, que tonalidades”, me comenta con entusiasmo. Al parecer, compartimos más aficiones a parte del Camino.


Felipe es un jerezano de aspecto bonachón y un excelente cocinero. Una y otra vez, habla del cuando caminó la Ruta Francesa en el 1999. “Ahora peso algún kilo de más y los años no pasan en balde, pero me lo tomo con calma; eso de hacer el Camino sin saborear lo mejor de cada pueblo no me va”. Más adelante, andan Amparo y José Luis, hermanos aunque muchos los confunden con un matrimonio “Soy burgalés, ¿como voy a estar casado? Burgos es la provincia con más solteros de España”, bromea José Luis. Empezaron en Logroño, y hacen el Camino a tramos. Este año tienen pensado acabar en Burgos y continuar desde allí el año que viene. Es muy común hacerlo de esta manera y son muchos los que lo acaban en 3 o 4 años.

Detrás caminan Lucia, de Salamanca, sin ninguna prisa por acabar llegar a Santiago y Carmen, prima de José Luis y Amparo conocida entre nosotros por ser un botiquín ambulante. No importa cuantas ampollas, dolores o adversidades sufras durante el camino; ella tiene el ungüento, pastilla o tratamiento adecuado para cada una de ellas […]

[…] Santo Domingo de la Calzada es, según muchos, el punto más importante de la Ruta Francesa después de Santiago de Compostela. El pueblo, que todavía conserva parte de la antigua muralla y la mayoría de los edificios de su época más gloriosa, gira entorno a uno de los más famosos mitos que ha dado el Camino de Santiago, el de la gallina que cantó después de asada. Bares con nombres que rememoran la historia, estatuas de gallos y gallinas a cada rincón o incluso dulces típicos con forma de pollo dotan al pueblo de una atmósfera curiosa aunque con sensación de estar algo sobreexplotado.

En una de las más famosas pastelerías del pueblo hablo con Mari, una joven gaditana que vive en Santo Domingo de la Calzada desde hace algo más de tres años “Todo se ha comercializado mucho de un tiempo a aquí, y se le saca hasta el último euro posible a eso del gallo y la gallina. Son casi más los que pasan por aquí a preguntar por la leyenda de las gallinas que los que vienen a comprar pasteles”, comenta. Se acerca a las mesas y retira un par de tazas de café vacías. “El otro día me trajeron un bombón nuevo. Como no, tenía que ver con las gallinas. Vendemos ya los ahorcaditos, los gallos rellenos de mermelada, más de una docena de chocolates con formas de pollo, huevos… no quiero ni saber que será lo siguiente”, bromea. En ese mismo instante entra Lucia. Nos despedimos de Mari y vamos de camino a la catedral que se encuentra a apenas 20 metros.



En la catedral se encuentra el sepulcro de Santo Domingo de la Calzada, labrado en mármol hasta el más mínimo detalle. “Tuvo que ser un tipo importante”, comenta Lucía. A decir verdad, si que lo fue ya que él creo los cimientos del pueblo que hoy lleva su nombre. Arriba, a la izquierda, se encuentra un habitáculo donde se guardan un pollo y una gallina de color blanco para recordar tan inverosímil capítulo de la historia del lugar.


[…] Después de dar una vuelta por el pueblo y toparme por casualidad con unos amigos de mi abuela (he acabado más fotografiado que la catedral), Felipe nos ha preparado una de las cenas más deliciosas que recuerdo: un hervido de verduras y pechugas de pollo al ajo-puerro, después hemos reposado de la comilona en los sofás del que probablemente es el mejor albergue del Camino; hoy es un día especial, juega España un partido preparatorio para el mundial y el toque de queda ha pasado de las 22 a las 23.


(foto 1: la etapa discurre entre campos de trigo y cebada teñidos de rojo por las amapolas)
(foto 2: ahorcaditos. Dulce típico en Santo Domingo de la Calzada)
(foto 3: una vidriera de la catedral muestra a un gallo y a una gallina)
(foto 4: de izquierda a derecha: Felipe, Carmen, Amparo, Lucia y yo)

SANTO DOMINDO DE LA CALZADA, DONDE CANTÓ LA GALLINA DESPUÉS DE ASADA


El que de una vuelta por Santo Domingo de la Calzada, irremediablemente acabará visitando su maravillosa catedral. Pero no serán ni su ábside románico, ni sus naves góticas lo que más le llame la atención, ni la cripta ni la tumba del santo. Los peregrinos no miran hacia arriba contemplando la majestuosidad de la construcción, son una gallina y un gallo blancos los que centran todas las miradas.




Para encontrar un explicación a esta singular escena tenemos que volver a echar mano al libro de leyendas del Camino Francés. Según cuenta, un matrimonio alemán y su hijo Hugonell visitaron la aldea para venerar las reliquias del santo. En unas versiones, Hugonell fue acusado por error por la hija del posadero donde pasaron la noche por robar una copa de plata. Otras dicen que, la hija, completamente enamorada de Hugonell se la puso en su fardo después de que la rechazase.


De cualquier forma, el castigo que se imponía en aquel entonces por el robo, era la muerte, como veis, no se andaban con chiquitas. Hugonell fue ahorcado en la plaza del pueblo. Al día siguiente, antes de partir de nuevo, el matrimonio fue a ver a su hijo por última vez donde con asombro comprobaron que estaba vivo. Les explicó que había sido Santo Domingo quien lo había sostenido por los pies y había evitado su muerte.


Los padres fueron enseguida a contárselo al corregidor que en ese momento se encontraba comiendo dos pollos asados. Al comunicarle el matrimonio la nueva, este dijo “Tan vivo está vuestro hijo como los pollos que me voy a comer”. En ese mismo instante los pollos saltaron del plato y se pusieron a cantar.


Desde entonces, en Santo Domingo de la Calzada puede escucharse aquello de “Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada” y se guardan en la catedral las dos aves en memoria del milagro más famoso del Santo. Además, es posible comprar casi en cualquier lugar el dulce típico, los ahorcaditos, delicioso hojaldre con crema de almendra. Rico, rico, aunque de nombre algo macabro.


(foto: cuarto donde se guardan un pollo y una gallina en recuerdo del milagro)

EL CALZADO, LA MEJOR INVERSIÓN


De entre todas los elementos de la indumentaria del peregrino del s. XXI, el calzado es más importante y es que si una cosa vamos a hacer en el Camino de Santiago, es andar. Con etapas entre 25 y 35 Km. ¿Os imagináis lo que sería andarlas con un calzado inadecuado? Dejaos de zapatillas playeras y de aerobic, que aquí vamos.


La idea ha quedado clara: el calzado es fundamental, pero una vez llegamos a la tienda la cosa resulta no ser fácil, ni tan siquiera para los entendidos. Son decenas las marcas, tamaños, materiales, suelas, etc. Además, no hay una zapatilla “para todo” no existe “la mejor zapatilla” ¿Cómo escoger entonces el calzado correcto entre semejante barullo de opciones?


En el camino encontraréis de todo: peregrinos con botas, zapatillas, sandalias e incluso con bambas; pero para mi, la elección es clara: la bota más ligera que puedas encontrar de suela semi-rígida con membrana impermeable. La bota, a diferencia de la zapatilla y la sandalia, proporciona una mejor sujeción del tobillo y al ser tener la caña alta mantiene al pie mejor aislado de piedras, barro o agua. Como principales hándicaps, tenemos que suelen ser algo más pesadas y calurosas. Una suela semi-rígida hará que andar por caminos pedregosos no destroce nuestros pies y andar por asfalto o senderos adoquinados resulte confortable y sin un desgaste excesivo de la misma. La membrana impermeable (Gore-tex, SympaTex) ayudará a que en días lluviosos el agua no llegue a calar el pie; si encadenáis varios días de lluvia (algo probable) y las zapatillas os quedan mojadas por dentro, será difícil que salgáis al día siguiente con ellas secas. Si esto sucede, meted el día anterior papeles de periódico dentro de la zapatilla y cambiadlos dos o tres veces para que absorban el agua.



Antes de comprar la zapatilla, hay que probarla hasta la saciedad, utilizando un calcetín de similares características, sino el mismo, al que vamos a utilizar en el Camino. Tiene que quedar ajustada, pero no tanto como para que los dedos de los pies rocen con la puntera ya que esto podría crear heridas en los dedos y las uñas, pudiendo amoratarse y caer. Recordad siempre, que a la hora de comprar calzado de senderismo, es muy fácil equivocarse y comprar una zapatilla demasiado pequeña pero difícil comprarla demasiado grande.


(foto: en etapas muy embarradas, unas sandalias o zapatillas pueden convertirse en una auténtica pesadilla)


ETAPA 9. DE NAVARRETE A NÁJERA


[…] El
río Najerilla traza una línea que divide la ciudad de Nájera en dos partes. A grandes rasgos podríamos decir que separa el casco antiguo, en el que se encuentra el formidable monasterio de Sta. María la Real, donde las cigüeñas se pelean por encontrar un sitio en su tejado, y la ciudad nueva, con algo menos de solera pero con esa atmósfera a pueblo jacobeo que ha ido impregnando el Camino por toda la ruta. […]


Después de, como de costumbre, acabar con las
tareas de peregrino: instalarse, lavar la ropa y las botas, darse una buena ducha y charlar con el vecino sobre la etapa del día, me he ido a la ribera del río y he pasado el resto de la tarde labrando en el trozo de madera que me dio Pablito en Azqueta.

A media tarde
he acabado los últimos detalles de la vieira, y aunque fuera de contexto a uno le pueda parecer una concha más, he quedado bastante contento con el resultado (no tanto mis pulgares llenos de cortes que tardarán unos cuantos días en curarse). Me he dirigido a la ciudad nueva, donde en una ferretería me he encontrado a Fermín, quien con sumo cuidado, le ha hecho un agujero. De vuelta al albergue he conseguido un trozo de cuero negro de una peregrina que ha puesto el broche final a la titánica obra de ingeniería. Minutos después lucía junto al resto de abalorios de mi cuello, que no son pocos.


[…] En el albergue, he conocido a
Felipe, Amparo, José Luis, Carmen y Lucia. Viajan desde Navarrete juntos y parecen ser un buen equipo con el que continuar la aventura. Hemos cenado juntos y antes de que cayese el Sol hemos ido a visitar Cerro Molino, unas cuevas excavadas en la montaña formadas por un entramado de madera y adobe y que dieron cobijo a los celtiberos durante la Edad de Hierro. No hemos podido entrar ya que estaban cerradas a los turistas por motivos de seguridad, pero la información del folleto de la ciudad nos ha venido bastante bien para hacernos una idea y para rellenar un par de líneas más. […]

[…] Al caer el Sol, una tontería ha llevado a la otra y lo que ha comenzado siendo un
campeonato de carreras de sacos, inducido probablemente por el vino riojano, se ha convertido en una noche a la intemperie a la orilla del Najerilla donde unos cuantos hemos pasado una de las noches más frías que recuerdo.


(foto 1: río Najerilla a su paso por la ciudad de Nájera)

(foto 2: lo que puede dar de sí la paciencia)
(foto 3: semifinales de la carrera de sacos)



DATE UN HOMENAJE GASTRONÓMICO III. PATATAS A LA RIOJANA


Cuentan en La Rioja que cuando el famoso cocinero Paul Bouse probó las patatas a la riojana por primera vez, aseguró que
era uno de los platos más sabrosos que había probado en su vida y que merecía estar entre las joyas culinarias españolas. El plato es tan delicioso como sencillo: patatas cascadas, cebolla, pimiento, pimentón, chorizo y laurel.

Después de haber disfrutado de los festejos del Corpus Christi y haber pasado un rato hablando con Lorenzo, antiguo hospitalero del albergue municipal de peregrinos, me he dirigido a la Calle del Laurel, punto de referencia para aquellos que quieran pasar la mañana charlando con los amigos de forma distendida mientras toman un vino riojano.

“Es raro un sitio donde no sirvan patatas a la riojana por aquí”, afirma Carlos mientras apoyado en la barra acaba su tercer vino. “Además, con los días que está haciendo, no viene nada mal para entrar en calor”. Algo más tarde, uno de los camareros llega con una copa de vino y un plato del guiso. “Puedes repetir tanto como quieras, aquí los peregrinos tienen un trato especial”, afirma con una sonrisa. “No creo que pueda con más de uno, quiero salir esta misma tarde para Navarrete y no quiero ir arrastrando la barriga por las calles de Logroño”, contesto yo.


El guiso es delicioso, tengo que darle la razón al cocinero francés. El chorizo junto con los pimientos picantes, le dan un sabor muy particular aunque poco apto para digestiones ligeras. La segunda parte de la etapa hasta Navarrete, se ha hecho más cuesta arriba de lo que había imaginado.

(foto: patatas a la riojana)

ETAPA 8. DE VIANA A NAVARRETE


He pasado una noche terrible
. Yumi, una chica coreana que conocí el día anterior resultó no haberse traído saco de dormir, así que como buen peregrino, decidí cederle el mío. Ni mallas, ni chaqueta ni calcetines hasta la rodilla han servido o más mínimo contra el frío. Además, la noche fue amenizada por la orquesta filarmónica alemana: dos tenores roncaron a dúo hasta casi el amanecer. Así que no os olvidéis unos tapones para los oídos como yo.

[…] Cuando apenas faltan un par de kilómetros para Logroño, el tiempo, que ayer ya amenazaba con lluvia, ha dejado caer todo lo que ha estado acumulando en casi una semana de temperaturas altísimas.
Nada detiene al peregrino, así que me he enfundado el poncho y llegado a Logroño donde casi por arte de magia ha dejado de llover. Una nube loca como me decían en la oficina de turismo […]


[…] En la calle Portales, en pleno centro de Logroño, cofradías, colegios y todo tipo de asociaciones de carácter laico y religioso adornan el pavimento con alfombras multicolor y detallados dibujos de serrín: se preparan para
la fiesta del Corpus Christi.


La casualidad me ha llevado a toparme con Lorenzo, antiguo responsable del albergue municipal que trabaja en el mural de la Cofradía de las 7 Palabras y el Silencio a toda prisa por miedo a que vuelva a llover. “
No recuerdo el último año que hizo bueno para el Corpus Christi. Muchos, viendo el chaparrón de esta mañana, ni han aparecido. Tenemos algunos detalles en sal gorda, pero no los vamos a poner, el agua los desharía en un pis-pas”. Bajo unos soportales, el resto de la cuadrilla parte una hogaza de pan y una tripa de chorizo. De repente, caen las primera gotas y se apresuran a tapar el mural con un plástico. “Llevamos así toda la mañana. No creo que lo acabemos, este año nos quedaremos a medias”.



Más abajo, pueden verse murales de la Asociación Contra el Cáncer o la Asociación del Hogar Navarro. En la entrada de la iglesia se encuentra el mural más grande de todos en el que puede verse
una inmensa vieira con la Cruz de Santiago sobre fondo azul. Me he sentado en la plaza junto a la banda de música a esperar a que saliese la procesión pero no he durado mucho y después de hacer una rápida visita a la iglesia de Santiago he ido a tomar algo a la calle Laurel, uno de los mejores sitios para tomar un vino o unas tapas en la capital riojana […]



[…]
He llegado completamente extenuado a Navarrete. Dividir la etapa en dos, después de la noche que he pasado y de una comida bastante copiosa, no ha sido una buena idea.

(foto 1: llegando a Logroño bajo la lluvia)
(foto 2: alfombras de serrín de colores, adornan la calle Portales)
(foto 3: Lorenzo y el resto de la cofradía se apresuran a cubrir el mural de la lluvia)
(foto 4: Iglesia de Santiago)

¿DE QUE COLOR ES EL CABALLO DE SANTIAGO?


A todos de pequeños nos hicieron la típica broma-adivinanza: “¿De qué color es el caballo blanco de Santiago?” El “bromista” intentaba aprovecharse de que al centrarnos en responder pregunta ignorásemos por completo a pregunta es sí, y por tanto la respuesta.




En efecto, el caballo blanco de Santiago era blanco, como muchos de vosotros habréis podido averiguar. Santiago el matamoros, como sucede con el de Santiago el peregrino, fue uno de los simbolismos por los que si hizo famoso el apóstol. Fue un talismán en unas ocasiones, un oráculo en sueños en otras que muchos reyes y emperadores utilizaron en sus batallas contra los sarracenos.


(foto: Santiago como "matamoros" en la iglesia se Santiago en Logroño)


lunes, 7 de junio de 2010

CODEX CALIXTINUS, GUIA “DE BOLSILLO” DEL S. XII


Estamos en plena Edad Media, las peregrinaciones a Santiago han llegado a su máximo apogeo. Peregrinos provenientes de toda Europa abarrotan la ahora conocida con Ruta Francesa: de 200.000 a 500.000 personas al año recorren el Camino hasta la tumba del Apóstol y las grandes editoriales son los monasterios, donde los monjes manuscriben copias de los textos litúrgicos más relevantes del momento. Esto no sólo hizo que poblaciones enteras crecieran entorno a los restos del apóstol, sino que además, se convirtiese en lugar para que ladrones y oportunistas hiciesen su agosto.

El Códex Calixtinus nació de la necesidad de plasmar toda la información posible acerca de los Caminos de Santiago donde se hablase de sus ciudades y sus gentes, de su cultura y tradiciones y por supuesto, para advertir a los caminantes de los peligros y desavenencias del Camino.


Consiste en una compilación de 255 folios manuscritos y divididos en 5 libros que fue encomendada por el papa Calixto II al monje francés Aymeric Picaud. El libro se compone de en su mayoría de textos litúrgicos, milagros, composiciones polifónicas y otras relatos que no tienen cabida aquí. Resulta de especial interés el libro V, en el que, bajo el explícito nombre de guía del peregrino, se escribe la primera guía del Camino de Santiago. A continuación, dejo unos cuantos fragmentos que me parecieron los más controvertidos.

El
capítulo VI (ríos buenos y malos del Camino) nos habla de los ríos que cruzaremos a nuestro paso y de cuales podemos beber y de cuales no. Entre otros, podemos leer fragmentos tan poco acertados como "[…] Por la villa denominada Los Arcos, discurre una corriente mortífera y después de Los Arcos […] pasa a una corriente de agua mortífera para las caballerías y los hombres […]".

El
capítulo VII (nombre de las regiones y características de las gentes del Camino de Santiago) guarda algunas joyitas para navarros y vascos a los que tacha de aspecto innoble, pérfidos, desleales, borrachos, lujuriosos, crueles, pendencieros y una lista en la que hay de todo menos halagos. Salen mejor parados los castellanos de los que dice son malos y viciosos o a los gallegos que después de alabar su tierra y sus productos los califica de iracundos y litigiosos, casi nada.

Tras leer el Códex, no puedo dejar de pensar en los pobres peregrinos que fuesen a entrar en España por primera vez. Con las pestes arrojadas por el monje Picaud sobre tierras españolas, más que un bordón para defenderse, iban a necesitar un par de escoltas. Por suerte hoy sabemos que aunque rotundo, Aymeric Picaud no estaba en lo cierto y
aquellos que visiten en norte encontrarán en sus gentes a unas bellísimas personas y unos anfitriones sin parangón.

Si te apetece echar un ojo al pasado y ver desde un punto de vista diferente al de las guías actuales el Camino Francés, te recomiendo que leas el
libro V del Códex Calixtinus, o bien que te hagas a un amigo librero y que te regale un ejemplar, gracias Sergio.

(foto: imágen del Códex Calitxinus original)