viernes, 28 de mayo de 2010

LA CREDENCIAL: ALGO MÁS QUE EL CARNE DEL PREGRINO



Olvidar la credencial es como olvidar el DNI en casa. No es delito y no habrá “controles jacobeos” para asegurarnos de que la llevamos; no, no andan por ahí los tiros. Sin embargo,
es el único documento que nos acreditará como peregrinos y que necesitaremos tanto para tener acceso los albergues del Camino como para obtener la compostelana, el único documento “oficial” que atestiguará que llegamos hasta la morada del apóstol Santiago.



Es un documento dispuesto en forma de fuelle en el que básicamente se disponen los diferentes sellos de los albergues y la fecha. Los datos personales, mapas de los Caminos de Santiago en Europa y otros datos conforman el resto del pliego, aunque existen muchas versiones de credencial expedidas por todo el mundo. Podremos sellar nuestra credencial en algunos edificios de instituciones oficiales, tales como ayuntamientos; de carácter eclesiástico como iglesias o parroquias pero sobretodo, en el albergue donde hayamos pasado la noche (la más común). Si es un albergue público, nos la sellarán obligatoriamente antes de instalarnos.

En los últimos años, movidos por lo que parece una “fiebre del sello” los cazadores de tan preciada insignia han proliferado enormemente, así como los lugares donde se pueden conseguir. Locales de carácter privado como bares o supermercados, se han unido a los oficiales en una búsqueda de nuevos clientes anunciando a bombo y platillo que disponen de ese “servicio”.
No es recomendable llenar la credencial con estos sellos ya que no sólo os llevaréis alguna que otra reprimenda de los más dogmáticos (y con motivo) sino que es posible que no os den la compostelana al final del Camino.

Podéis conseguirla en casi todos los pueblos y ciudades del Camino y en las asociaciones de amigos del Camino de Santiago repartidas por la geografía española. A partir de 2009 es obligatorio el modelo oficial para conseguir la compostelana así que nada de coleccionar sellos en una libreta: el recuerdo de la credencial bien merece la pena.


(foto: credencial del peregrino)

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