viernes, 25 de junio de 2010

ETAPA 13. DE SAN JUAN DE ORTEGA A BURGOS


La lluvia, de nuevo, nos ha acompañado durante gran parte de la mañana, por lo que muchos peregrinos han decidido coger un autobús hasta Burgos; no se han arriesgado después de la que cayó el día anterior, algunos todavía con la ropa y las botas mojadas. Felipe camina hoy con nosotros después de haber llegado en transporte público al pueblo: una rodilla y un tobillo tan hinchado que parece que vaya a explotar tienen la culpa […]

[…] En Agés, a unos cuatro kilómetros del inicio, hemos parado a tomar un café, donde el responsable del albergue municipal, un gaditano algo seco de palabra nos aclara la situación que se vive en San Juan de Ortega. “Mucha gente pasa por el albergue de San Juan de Ortega y culpa a los hospitaleros del estado del mismo y de las condiciones en las que se encuentra”. Para un segundo para poner dos tostadas más y servir los cafés que habíamos pedido. “Que el bar y el hostal del pueblo sean del alcalde no ayuda nada y en los últimos años se ha cuidado bastante poco el albergue”.



Algo más tarde, nos cuenta que el albergue municipal va a cambiar de manos en cuestión de un par de semanas. “Dicen que no cuidamos bien de los peregrinos y quieren renovar al personal, no entiendo el porqué”, lo dice con un tono firme y seguro: no lo dudo, pero tengo que reconocer que tiene un humor un tanto peculiar y un cierto no-se-por-donde-cogerte que nos ha dejado en varias ocasiones fuera de juego.

[…] La entrada a Burgos por Villafría es un punto que muchos prefieren evitar cogiendo el transporte urbano hasta el centro. Tras pasar el aeropuerto por la izquierda, uno se adentra en un interminable polígono industrial donde durante más de cuatro kilómetros no hay absolutamente nada. Ni que decir tiene que lo pintoresco del paisaje es completamente nulo […]


[…] Después de dejar las cosas en el albergue, hemos salido a dar una vuelta por la capital burgalesa y hemos acabado tomando unas cervezas en los alrededores de la catedral. Esa noche disfrutamos hasta el último minuto echándonos unas risas con las batallitas vividas en los últimos días, es la última noche de Amparo, José Luis y Carmen; el Camino no será lo mismo sin ellos.


Finalmente, Felipe también ha decidido marchar, y me he quedado solo con Lucía y la hospitalera ha accedido a dejar que nos quedemos allí dos días más (por lo general, no es posible pernoctar más de una noche a menos que sea por motivos médicos). Uno puede ver y hacer multitud de cosas en Burgos pero si os tengo que ser sincero, en los días que siguen me he dedicado a descansar más que a cualquier otra cosa: desayunar y leer el periódico en el Espolón, visitar la catedral, cocinar, ir a la biblioteca… a hacer una vida más cercana a lo que uno haría en su ciudad que a la vida de peregrino: los pies merecen un descanso.

(foto 1: a mitad de la etapa, se cruza por Atapuerca, famosa por sus pinturas rupestres)
(foto 2: de derecha a iquierda: Lucía, Amparo, Carmen, Felipe y yo posando junto a la escultura de los Gigantillos en Burgos)
(foto 3: vista trasera de la catedral de Burgos)

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